sábado, abril 14, 2007

El Milagro de Marne, Milagro de la Santísima Virgen?

Carta de un lector a la revista francesa "Le Monde et la Vie":
Yo quisiera hablarles de un rumor que recorrió el frente y las trincheras en 1915 y 1916, respecto a la batalla del Marne. Este rumor aludía a apariciones de la Santísima Virgen en el momento del 8 de septiembre (Natividad de la Virgen: nota mía), que habrían tenido un papel decisivo en aquel giro completo de la situación difícilmente explicable, hablando humanamente, a causa del estado de agotamiento moral y físico de los combatientes.
Puedo hablar con conocimiento, pues participé en la retirada desde Bélgica hasta las afueras de París.
Las reseñas de diarios salidas a luz a fines de agosto y principios de septiembre, pasados aludían al "Milagro del Marne", contentándose con ensalzar el sobresalto del combatiente de 1914 que, el 8 de septiembre, había rechazado al invasor. (Aqui, me permito yo, Padre Le Lay, el recuerdo de que en la enseñanza de la historia, se nos hablaba siempre del "Milagro del Marne" gracias al coraje y el patriotismo de los soldados y nada más. Veamos la explicación que sigue).
Para alguien que participó de aquellos acontecimientos, este sobresalto es impensable y, a lo más, hubiera podido permittir un paro de 24 ó 48 horas.
El documento que incluyo en el sobre, completamente caído en olvido, ilustra con una luz nueva aquellos acontecimientos, y explica este misterio del giro completo de la situación el 8 de septiembre de 1914.
Es un recorte de un diario de la época, "Le Courrier de la Manche", número del 8 de enero de 1917, que cuenta lo que habrían dicho alemanes hechos prisioneros después de los combates del 5 al 8 de septiembre de 1914.
Estos días, uno de mis amigos me señaló que en Pontmain los padres tendrían también un legajo más completo sobre estos hechos. (Pontmain es una pequeña localidad del departamento de Mayenne, en donde la Santísima Virgen se apareció a cinco niños, el 17 de enero de 1871, justo cuando por una razón misteriosa, los alemanes detuvieron su avance hacia la ciudad vecina de Laval. El general alemán confesó después que una fuerza misteriosa le impidió seguir adelante. Y pocos días después el armisticio ponía fin a la guerra franco-prusiana.
Nota mía, (Padre Le Lay).
Y he aquí el texto sacado del diario "Le Courrier", de Saint-Lo, 8 de enero de 1917. Es una carta fechada en 3 de enero de 1915.
"Un sacerdote alemán, herido y hecho prisionero en la batalla del Marne, murió en una ambulancia francesa en la que se hallaban religiosas. El les dijo: "Como soldado, debería callarme; como sacerdote creo mi deber decir lo que he visto. Durante la batalla del Marne, estábamos sorprendidos de ser rechazados, pues éramos legión, comparados a los francses, y esperábamos llegar a París.
"Pero vimos a la Santísima Virgen toda vestida de blanco con una cintura celeste, inclinada hacia París... Nos daba la espalda y con la mano derecha parecía repelernos".
En los días en que este sacerdote hablaba así, dos oficiales alemanes también prisioneros y heridos, entraban en una ambulancia francesa de la Cruz Roja. Una señora enfermera que hablaba alemán los acompañaba.
Cuando entraron en una sala donde se hallaba una estatua de Nuestra Señora de Lourdes, se miraron y dijeron: "Oh! la Virgen del Marne".
La mejor prueba de autenticidad del relato anterior es la siguiente, relacionada con el mismo hecho: Una religiosa que atiende a los heridos en Issy-les-Moulineaux (arrabal de Paris) escribe:
"Erase despés de la batalla del Marne. Entre los heridos atendidos en la ambulancia de Issy, se encontraba un alemán muy gravemente herido y considerado como perdido. Gracias a los cuidados recibidos, vivió tadavía más de un mes. Era católico y manifestaba grandes sentimientos de fe. Los enfermeros todos eran sacerdotes. El recibió los auxilios de la religión y no sabía como demostrar su gratitud. Decía con frecuencia: "Quisiera hacer algo para agradecerles". En fin, el día que recibió la extrema-unción, dijo a los enfermeros: "Vos me habéis atendido con gran caridad, quiero hacer algo para vosotros contándoos lo que no es provecho nuestro pero que os hará placer. Pagaré así algo de mi deuda.
Si estuviera en el frente, me fusilarían, pues nos fue prohibido, so pena de muerte, de contar lo que voy a deciros.
Habéis quedado asombrados con nuestro retroceso tan repentino cuando habíamos llegado a las puertas de Paris. No hemos podido avanzar, una Virgen estaba delante de nosotros, con los brazos extendidos, empujándonos cada vez que nos mandaban avanzar. Durante varios días no sabíamos si era una de vuestras santas nacionales, Genovefa o Juana de Arco. Después, hemos comprendido que era la Santísima Virgen la que nos clavaba al suelo. El 8 de septiembre, nos rechazó con tanta fuerza que todos como un solo hombre, nos fugamos. Esto que os estoy diciendo, lo escucharéis decir más tarde sin duda, pues somos quizá 100.000 hombres que lo hemos visto". (LA TRADICION)